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ISSN 1989-4163

NUMERO 11 - MARZO 2010

 

Tratado de las Cosas Sin Nombre - Premio de la Asociación de Editores de Poesía

Juan Planas

Calima Ediciones. 2009.

Desde el propio título, el poeta introduce al lector en una paradoja de provocación y escepticismo: "Una invitación a descreer de casi todo, del creador y de su creación, del lenguaje que los distingue y, a la vez, iguala, aniquilándolos".

"Un entramado poético e irónico de voces y versos donde resulta imposible perderse porque no se trata de ir a ninguna parte, sino tan solo disfrutar del viaje".

 

La memoria es un reloj de niebla, una alarma
de luces vacilantes, la visión imprevista
de un ánfora en mitad de un desierto submarino.

Ahora el paisaje es una nube cargada de pecios,
un murmullo sonámbulo de aparecidos, un rumor
sin más orden que el caos. Desde siempre,
Dios escapa a los círculos que le tendemos.

Una mañana lo olvidé todo y planté un árbol
entre los lirios pálidos y las flores de los muertos.

Escribí la historia de mi vida sin palabras
y firmé, muy abajo, en la página en blanco

Scardanelli.



***



A veces sueño frases absurdas. Quiero pensar que son fragmentos de otras que dije o igual no, pero debí decirlas. A veces callamos porque no nos da tiempo a separar unas imágenes de otras y todas a la vez nos abruman y confunden. No es fácil separar las raíces subterráneas de las magnolias, por ejemplo, del temblor ante unas manos abiertas. Mi hermano huye de los médicos porque la enfermedad le espanta. Yo, a diario, visito todas las consultas de la ciudad por idéntico motivo. El miedo tiene efectos inverosímiles. ¡Qué miedo el azul del cielo! ¡Negro! decía Juan Ramón mientras buscaba una mansión con vistas a todos los hospitales del universo. Yo tengo miedo ahora a esas frases absurdas que sueño, miedo si las dije o miedo si las dejé enterradas en el silencio y ahora despiertan y me agarran, nocturnas, para exigirme su presencia entre las ubres agonizantes de estas páginas. Yo tengo miedo ahora a ese sin decir que acumulamos porque no sabemos cuánto de inacabado nos pertenece y cuánto, en realidad, nos sobra. La precisión es siempre una verdad a medias, una fractura de los sentidos, una brecha que presentimos irreparable cuando una simple gota de sangre nos recorre la espalda y ni siquiera recordamos el lugar exacto, el origen de la herida.

 

 
 

Tratado

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